Artículo por: Por: Msc. Santiago Bustos
La Paciencia de Dios
Se inicia este ensayo con la presuposición de que cada atributo de Dios es necesario y se complementa con los otros revelados, en otras palabras diría Garret «La correlación responsable de los atributos divinos es una de las características de una buena teología cristiana» [1], aclarar este principio permite abordar el atributo de la paciencia evitando realizar una yuxtaposición de este en relación a otros atributos, pero también evitar el énfasis unilateral del mismo.
Según la Palabra de Dios, la paciencia puede ser ejercida tanto por Dios (Ro. 15:15), como por los hombres (Ga. 5:22), por tanto, con fines de clasificación y para mejorar la comprensión, se entiende que la paciencia como dice MacArthur, es parte de las «perfecciones comunicables»[2] de Dios, además es importante considerar que la paciencia es «sinónimo de misericordia, longanimidad, benignidad y tolerancia»[3], términos usados a lo largo de las Escrituras y los cuales también serán tomados en cuenta más adelante,
- La paciencia de Dios en el Antiguo Testamento
La palabra paciencia en hebreo, «aparece solamente 2 veces en el Antiguo Testamento»[4], en el libro de Job 6:11, en donde su traducción es «prolongar, alargar»[5] y también en Pr. 25:15, en donde se traduce como «longitud de fosas nasales»[6], aunque los dos textos hagan referencia al hombre, se puede deducir que en el contexto divino, la palabra denota el hecho que Dios alarga su juicio, retrasa su castigo para que todos procedan al arrepentimiento (2 Pe. 3:9), la idea de fosas nasales largas, figura que la ira es controlada por una respiración profunda, Dios es grande en misericordia y tardo para la ira (Pr. 14:29), «Él no castiga inmediatamente los pecados de los hombres, sino que les da tiempo para que se arrepientan»[7], el caso de Adán y Eva (Gn. 3), el tiempo que espero Dios para traer el diluvio universal mientras Noé predicaba (Gn. 6), la llegada de Abraham a las tierras cananeas con el fin de exhortarles al arrepentimiento (Gn. 12), las diez plagas traídas a la nación de Egipto por parte del Señor, hacen alusión a la paciencia que tuvo Dios con el Faraón (Ex. 7–10), los 40 años que el Señor tuvo misericordia del pueblo en el desierto y aún a pesar de su rebeldía permitió que sus generaciones entren en la tierra (Dt. 8:2), la paciencia de Dios en el tiempo de los jueces, la paciencia de Dios ante el fracaso religioso que resultó ser Israel para Dios en el tiempo del sacerdocio levítico, la paciencia de Dios en el tiempo de la monarquía, ante el desfile de hombres infieles a su Rey, amadores de sí mismos y promotores de la idolatría, en fin, todo el Antiguo Testamento es realmente un testimonio vivo de la paciencia de Dios, una paciencia activa, soberana, firme y proposicional, que conducen al hombre a un Nuevo Testamento con la más grande expresión de paciencia que el hombre haya podido contemplar o escuchar, por supuesto se hace referencia a la persona de Cristo Jesús (Fi. 2:7).
- La paciencia de Dios en el Nuevo Testamento
La palabra paciencia aparece «47 veces en el Nuevo Testamento»[8], por supuesto, no todas la veces tiene el mismo uso gramatical, es decir es importante distinguir entre sustantivo, verbo y adjetivo para determinar el propósito de cada palabra usada, así como entender, a quién se aplica
la acción del verbo o la calificación del adjetivo.
Por ejemplo, «de las 47 veces»[9] que aparece la palabra paciencia en el Nuevo Testamento, «28 son usadas solamente en relación al hombre»[10], la palabra en griego es «ὑπομονή y significa resistencia o perseverancia»[11], según el diccionario bíblico supone la prueba, por tanto no es posible aplicar este sentido a la persona de Dios, ya que Él no puede ser mejorado, ni tampoco tiene problemas con la resistencia. El propósito de esta palabra es llevar al hombre a esperar a Dios en medio de las pruebas colectivas o individuales (Ro. 5:3–4; 8:25; 15:3).
Por otra parte, también tenemos otra palabra que traduce paciencia en el griego, esta es «μακροθυμία y significa paciencia»[12], la encontramos «9 veces»[13] en la Escritura y puede ser aplicada tanto para Dios como para el hombre, ya que como se mencionó con anterioridad esta atributo puede ser virtud de Dios, como virtud del hombre, un ejemplo para la aplicación al Señor puede hallarse en Ro. 9:22, en donde se habla de la paciencia de Dios con los vasos de ira preparados para la destrucción, pero también y por otra parte, puede ser aplicado al hombre en referencia al fruto que el creyente debe desarrollar en su vida y que ha sido provisto por la fuente del Espíritu Santo (Ga. 5:22). Por último, se ha observado que los dos primeros términos son usados en primer lugar, solo para el caso del hombre y en segundo lugar, se puede aplicar tanto al hombre como a Dios, pero esté último término, puede solamente ser aplicado para Dios, el término aparece 2 veces en toda la Escritura, viene del griego «ἀνοχή»[14], que significa tolerancia, restricción o «retención de juicio de parte de Dios»[15], los textos que hablan de esta acción de Dios, en primer lugar, está en Ro. 2:4, en donde se hace un llamado al ser humano para no menospreciar la benignidad, longanimidad y paciencia de Dios en su llamado al arrepentimiento y en segundo lugar, en Ro. 3:25, se enseña que a fin de no infringir la retribución debida por el pecado del hombre, «la paciencia se constituye en la base para haber pasado por alto los pecados pasados con anterioridad a la obra expiatoria de Cristo»[16].
- La paciencia de Dios y el evangelio
Luego de haber revisado brevemente la enseñanza del Antiguo y Nuevo Testamento en relación a la paciencia de Dios, es necesario definir el propósito de este atributo en el contexto canónico de las Escrituras, es decir, se entiende que la paciencia se desprende de Dios y tiene una aplicación personal para todo hombre, este punto se tratará al final de este ensayo, sin embargo volviendo al tema del evangelio, la Biblia tiene un solo mensaje, el cual también reúne en su propósito a cada uno de los atributos con un fin específico (Col. 1:16–23).
En primer lugar, el evangelio de Cristo es la base para la paciencia de Dios (Lam. 3:22–23; Ro. 12:1), no habría forma de convertirse en el objeto de la longanimidad de Dios, sino fuese por medio de los méritos de Cristo, ya que la paciencia no anula el efecto del pecado, ni las consecuencias del mismo, sin embargo, la Palabra dice que por su llaga hemos sido nosotros curados (Is. 53:5). Según la reflexión de Edwards en base a Dt. 32:35, el pie del hombre a su tiempo resbalar, «la razón por la cual no han caído, ni caen ahora, es solamente porque el tiempo señalado por Dios, aún no ha llegado»[17], y si el Señor retarda el tiempo es por su paciencia, porque quiere que todos procedan al arrepentimiento (2 Pe. 3:9).
En segundo lugar, tanto en el tiempo antiguo como en nuestros tiempos, Dios ha sido paciente con el que merece el castigo (Éx. 34:6; Nm: 14:8; Ne. 9:17; Sal. 86:15; Je. 15:15; Ro. 3:25; 1 Pe. 3:20), es decir Dios ha sido paciente con todos los hombres, esto no quiere decir que Dios es un ser flojo, inseguro, permisivo o desinteresado, más bien todo lo contrario, la soberanía de Dios dirige la paciencia hacia un camino fructífero, pero también la guarda de mal intencionados, la justicia de Dios brinda a la paciencia su tiempo adecuado, jamás el hombre podrá culpar a Dios de exagerar en su paciencia, el amor de Dios promueve la paciencia, es inteligente y propositivo.
En último lugar, según MacArthur, «la paciencia de Dios transmite que se siente perfectamente apacible en sí mismo y hacia los pecadores a pesar de la continua desobediencia e indiferencia de ellos hacia sus advertencia»[18]. Imagine por un momento a una madre que le dice a su hijo, ten paciencia mientras esperamos en la fila del banco para cobrar un cheque, sin embargo esa espera desesperada en la mayoría de los casos, ya que como seres humanos la paciencia viene por causa de la tribulación (Ro. 5:3–5), cosa que no sucede con Dios, en Él habita un perfecto equilibrio entre la paciencia y la tribulación, entre el propósito y la ruta para llegar al mismo, entre el hombre y su plan divino, una perspectiva clara de este principio en el corazón del hombre,
promueve un estándar alto de Dios y su doctrina, tal y como debería ser.
- La paciencia de Dios y el hombre
Según Erikson, «la paciencia se deriva de una cualidad moral de Dios como es el amor, pero también va de la mano con la misericordia, la gracia, y perseverancia»[19], en este último punto el En el libro de Mr. 12:1–12, el Señor Jesús se encuentra a días de ser entregado a los hombres y de cumplir con el plan soberano de Dios profetizado por la ley y los profetas desde el inicio de la creación y durante todo el periodo paleo testamentario. Durante estas últimas semanas de vida en la tierra, Jesús por medio de milagros, de su conocimiento infinito, de su autoridad sobre toda la creación y fuera de ella, ha confirmado que proviene de Dios, la gente lo sigue y alaba, sus discípulos están cada vez más perplejos de la persona de Jesús, sin embargo el sistema religioso, político y social del momento mira a Jesús como una amenaza a sus propósitos y vez tras vez buscan ponerle trampas para deshacerse de él de una vez por todas.
El Señor Jesús les cuenta una parábola que habla precisamente sobre la obra de Dios en la tierra, comparándola con una viña en la cual se trabajó hasta dejarla al punto, se invirtió en hacerla segura y productiva, se buscó gente para trabajar en ella y se confió plenamente en aquella gente que fue llamada a trabajar en la misma, es impresionante como el dueño de la vida, al momento de la cosecha, envía obreros para traer el fruto de la viña, sin embargo por tres ocasiones los labradores malvados atacan, violenta y expulsan a los siervos del dueño, en su paciencia el dueño envía a su Hijo, pues considera que ellos lo respetarán, sin embargo sucede lo contrario, ya que ellos lo matan para quedarse con la viña.
La reflexión de Jesús es profundamente teológica, «sobre la base de la independencia, infinitud, incorporeidad, inmensidad, inmortalidad e incomprensibilidad de Dios»[20], el Señor Jesús ilustra por medio de la historia, que el dueño de la viña es Dios, los obreros de la viña, representan a la nación de Israel y su llamado a ser luz, los mensajeros del dueño son los profetas del Antiguo Testamento y el hijo del dueño es Cristo, la aplicación de esta historia permite conectar todas las ideas revisadas hasta ahora en base a la paciencia. En primer lugar, así como la viña es de Dios, todo lo que somos y tenemos le pertenece a él, incluida la paciencia, por tanto, el hombre debe buscar en la fuente adecuada este atributo y considerarla como un encargo para trabajarlo.
En segundo lugar, el obrero de la viña debe reflexionar en la paciencia del dueño de la viña, es decir el hombre debe examinar sus caminos para evitar abusar de la misericordia del dueño, pero también para alabarlo por sus misericordias.
Por último, el Señor Jesús es el punto final para reconocer el límite a la paciencia de Dios, en otras palabras, el Hijo vino para dar su vida en rescate por muchos, sin embargo hay quienes aún consideran que matando al Hijo pueden tener toda la herencia, es decir, como lo ha hecho nuestra sociedad actual de manera filosófica diciendo que Dios ha muerto, de esta manera desplazan a la piedra angular (Mr. 12:10–11) y al hacerlo por su misma voluntad se someten al juicio venidero en el fin de los tiempos.
Bibliografía
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Edwards, Jonathan. Pecadores en manos de un Dios airado: Telogía I (Paquete lecturas, Master`s Seminary, sin fecha), accesado el 7 de Marzo 2023.
Garrett, James Leo. Teología Sistemática: Bíblica, Histórica y Evangélica, 2 Tomos. El Paso, TX: Casa Bautista de Publicaciones, 1996.
Geerhardus, Vos. Teología Propia. Traducido por Rubén Gómez. Vol. 1. Teología Sistemática Dogmática Reformada. Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico; Lexham Press, 2018.
MacArthur, John. Teología sistemática: Los atributos de Dios, Grand Rapids, MI: Editorial Portavoz, 2017.
Ventura, Vila. Nuevo diccionario biblico ilustrado. TERRASSA Barcelona: Editorial CLIE, 2019.
Vila, Santamaría. Diccionario Bíblico Ilustrado. TERRASA, Barcelona: Editorial CLIE, 1981.
Vine, William. Diccionario Expositivo de las palabra de Antiguo y Nuevo Testamento, Nashville, TE: Editorial Grupo Nelson, 2007.
[1] Leo Garret, Teología sistemática: La correlación de los atributos de Dios (El Paso, TX: Casa Bautista de Publicaciones, 1996), 221.
[2] John MacArthr, Teología sistemática: Los atributos de Dios (Gand Rapids, MI: Editorial Portavoz, 2017), 164–184.
[3] Vila Santamaría, Diccionario Bíblico Ilustrado. (TERRASA, Barcelona: Editorial CLIE, 1981), 854.
[4] Ventura, Samuel Vila. Nuevo diccionario biblico ilustrado. (TERRASSA Barcelona: Editorial CLIE, 2019), 869.
[5] William Vine. Diccionario Expositivo de las palabra de Antiguo y Nuevo Testamento (Nashville, Tennesse: Editorial Grupo Nelson, 2007), 618–619.
[6] Ibid.
[7] Vos, Geerhardus. Teología Propia. Traducido por Rubén Gómez. Vol. 1. Teología Sistemática Dogmática Reformada. (Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico; Lexham Press, 2018). 40.
[8] Ventura, Samuel Vila. Nuevo diccionario biblico ilustrado. (TERRASSA Barcelona: Editorial CLIE, 2019), 869.
[9] Ventura, Samuel Vila. Nuevo diccionario biblico ilustrado. (TERRASSA Barcelona: Editorial CLIE, 2019), 869.
[10] Ibid.
[11] William Vine. Diccionario Expositivo de las palabra de Antiguo y Nuevo Testamento (Nashville, Tennesse: Editorial Grupo Nelson, 2007), 618–619.
[12] Ibid.
[13] Ventura, Samuel Vila. Nuevo diccionario biblico ilustrado. (TERRASSA Barcelona: Editorial CLIE, 2019), 869.
[14] William Vine. Diccionario Expositivo de las palabra de Antiguo y Nuevo Testamento (Nashville, Tennesse: Editorial Grupo Nelson, 2007), 618–619.
[15] Ibid.
[16] John MacArthr, Teología sistemática: Los atributos de Dios (Gand Rapids, MI: Editorial Portavoz, 2017), 164–184.
[17] Jonathan Edwards, Pecadores en manos de un Dios airado: Telogía I (Paquete lecturas, Master`s Seminary, sin fecha), accesado el 7 de Marzo 2023.
[18] John MacArthr, Teología sistemática: Los atributos de Dios (Gand Rapids, MI: Editorial Portavoz, 2017), 164–184.
[19] Millard Erikson, Teología sistemática: La bondad de Dios (Viladecaballs, Barcelona : Editorial CLIE, 2008), 307.
[20] Luis Berkof, Teología sistemática: Los atributos de Dios (Bellingham, WA : Editorial Tesoro Bíblico, 2018), 307.