Sensus Plenior

Artículo por: Msc. Santiago Bustos

¿Qué es el Principio del Sensus Plenior?

La filosofía del sensus plenior ha sido postulada, aplicada, debatida y hasta censurada en diversas culturas, en diferentes lugares y en periodos de tiempo realmente extensos. A través de varios siglos de historia se irían sentando las bases para el desarrollo de dicho método, en aras de entender el significado oculto de los textos bíblicos. Un claro ejemplo se dio por medio de la influencia de grandes pensadores judíos platónicos de Egipto desde el siglo I, como Filón de Alejandría, Clemente, Orígenes y Agustín de Hipona en el siglo IV d.C.»[1], quienes fuesen promotores del método de interpretación alegórico, el mismo que procura mostrar un nuevo significado diferente al que el autor deseó dar, ya que él mismo no entendió del todo lo que estaba en la mente de Dios, es decir, no solamente hay dos autores, sino también dos significados distintos en el texto, uno que daría el autor y el otro que daría Dios y que es definido por el lector de acuerdo a su propia intepretación ya sea dogmatica o alegórica sin necesidad de que el texto presente tales enseñanzas. Finalmente estas ideas desembocan en la metodología del sensus plenior que es según Brown. R. «Un sentido más profundo que el literal, intentado por Dios, pero no intentado claramentre por el autor humano, que se descubre en las palabras de la Escritura cuando éstas son estudiadas a la luz de un mejor entendimiento de la revelación»[2]. Los defensores del sensus plenior justifican su práctica en la búsqueda de un sentido oculto que el autor humano no pudo comprender en su mente y que Dios quiere revelarla por medio de a quienes el cristiano concede autoridad, en este caso puede ser el Nuevo Testamento, los padres de la Iglesia o la tradición eclesiastica y por supuesto el magisterio católico.

¿Cómo podría afectar la interpretación de 1 Samuel 17 ?

Como se ha reflexionado, la aplicación del sensus plenior, aún cuando se realice el estudio gramático histórico en el pasaje, tendrá repercusiones, ya que por una parte este primer estudio no tiene mayor validez para la aplicación en la vida cristiana, ya que siguiendo la línea del significado oculto, es el lector quien puede imaginar nuevos significados, como se probará en el texto de 1 Samuel 17 y en donde se pierde totalmente el sentido gramatical – histórico.

El texto de Samuel habla sobre la guerra entre filisteos e Israelitas, el autor sitúa al lector en tiempo de la monarquía en Israel, Saúl es el rey vigente, y David es un joven que por orden de su padre fue a dejar alimentos para sus hermanos y se encuentra con una situación embarazosa, un gigante llamado Goliat insulta, menosprecia y amenaza la seguridad fisica pero también espiritual del pueblo de Dios.  Siguiendo la línea del sensus plenior, se puede identificar algunos significados de acuerdo a como se va desarrollando la historia, se podría conjeturar como lo menciona Grauman que «David simboliza a Jesús y Goliat al enemigo»[1], la batalla es exhaustiva, ya que el enemigo parece que tiene las de ganar, tal como Jesús se despojo de su posición en el cielo para vestir un traje débil de humano, así también David se despojo de la armadura que le proveyó el Rey Saúl. También se podría conjeturar que cuando David tomó su callado, lo hizo porque el callado tiene significado de autoridad, pero hay que tener cuidado de tomar un callado no propio, ya que puede traer consecuencias como en 2 Reyes 6:5. Por último se podría interpretar que las cinco piedras que uso David en su honda representa las cualidades necesarias para tener un carácter probado y que lleven al cristiano a la victoria sobre el pecado y el maligno, estas cualidades son: La piedra de la paciencia, la piedra de la fe, la piedra de la confianza, la piedra de la perseverancia y la piedra de la consistencia.

¿Por qué debemos rechazar dicho principio?

En primer lugar se rechaza el principio del sensus plenior, porque duda de la capacidad de los escritores bíblicos y por ende de la Soberanía de Dios en el proceso, en palabras de Chou «En lugar de que los profetas escribieran mejor de lo que sabían, la evidencia parece indicar que lo hicieron mejor de lo que nosotros reconocemos»[1], es decir es claro observar que los profetas mantuvieron una «lógica histórica redentora»[2], de manera que sus textos van delineando el camino en la revelacion progresiva de Dios hacia el Nuevo Testamento y de esta manera modela la metodología usada para interpretar de manera literal el texto reconociendo las figuras literarias en el mismo, un ejemplo de este principio es como Mateo 2:15 cita a Oseas 11:1 en referencia a Éxodo 4:22. En segundo lugar, las características del texto reflejan el deseo de Dios para comunicarse en un lenguaje humano sujeto a reglas gramáticales, con las cuales los primeros lectores puedan entender literalemente el texto con sus diversas variaciones, pero también traspasando el «puente interpretativo de la historia y cultura»[3] al tiempo presente sin perder el único significado, aunque con diversas aplicaciones derivadas del mismo. En tercer lugar el principio del sensus plenior ataca directamente la doctrina de la Inspiración Divina, al darle un nuevo significado al ya establecido por Dios mediante la inspiración del Espíritu Santo sobre los autores humanos, esto lleva al lector a dudar y hasta contradecir a la Palabra mediante nuevas revelaciones extra bíblicas que van en contra de la Palabra y que a la postre produce desconfianza y falsa enseñanza a quien se exponga a dicho maestro.


  • [1] Brown. Raymond, Comentario Bíblico San Jerónimo: Hermenéutica (Madrid, ES: Ediciones Cristiandad, 1972), 307.
  • [2] Brown,  Comentario Bíblico San Jerónimo, 306.
  • [3] Josias Grauman, «BI 505: Hermenéutica» (apuntes de clase, Master`s Seminary, sin fecha), 13, accesado el 5 de Febrero 2022, https://tms.instructure.com/courses/2300/files/339087?module_item_id=87183.pdf
  • [4] Abner. Chou, La Hermenéutica de los Escritores Bíblicos: La búsqueda de la lógica autoral (Grand Rapids, MI: Editorial Portavoz, 2019), 97.
  • [5] Chou, La Hermenéutica de los Escritores Bíblicos, 97.
  • [6] Scott, Duvall y Daniel Hays, Hermenéutica entendiendo la Palabra de Dios, (Grand Rapids, Editorial Clie, 2008), 244.